La cabaña fue cómoda y bien equipada, la señora Karen y Don Samuel muy amables y atentos. En la noche la vista fue impresionante con diferentes panorámicas desde la niebla hasta sentirse en los cielos y niebla roja que viene del Zahara. Al estar lejos de la cuidad la paz y tranquilidad es increíble.
En verdad se tiene la sensación de estar en una cabaña y no en una ciudad, el lugar es sumamente acogedor.